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Josep Brugada. |
Josep Brugada. Director Médico del Hospital Clinic de Barcelona
Una vida con horarios muy apretados, la consecuente
falta de ejercicio físico y las comidas rápidas y fuera de hora, pueden traer
consigo importantes consecuencias. Además, el estrés suele desencadenar hábitos
poco saludables como fumar y beber en exceso.
Esta situación favorece el desarrollo de factores de
riesgo cardiovascular como diabetes, obesidad, hipertensión arterial,
hipercolesterolemia, sedentarismo y tabaquismo. Las enfermedades
cardiovasculares son la primera causa de mortalidad en el mundo, y el 95% de
los casos de infarto agudo de miocardio y accidente cerebrovascular, presentan,
al menos, dos de estos siete factores de riesgo. Asimismo, causa numerosas
bajas laborales al año, con el coste que esto supone para la Sanidad pública y
las empresas. La detección precoz de las personas con riesgo es absolutamente
esencial para lograr frenar la evolución del proceso. En este sentido, la
medicina del trabajo juega un papel absolutamente capital. En el ámbito laboral
es posible detectar el riesgo desde los estadios más tempranos para iniciar, en
colaboración con la medicina asistencial primaria, el tratamiento adecuado.
Ofrecer pautas a los trabajadores para ayudarles a cambiar su estilo de vida es
un primer paso.
Una buena alimentación puede ayudar a prevenir
numerosas enfermedades, especialmente las cardiovasculares. Pero sobre todo
fallamos en la falta de ejercicio físico. Si no se puede mantener un ejercicio
diario controlado, basta con caminar 30 minutos al día a buen ritmo para
mantenerse en forma. Los países nórdicos son un referente. Finlandia redujo un
30% la incidencia de infarto de miocardio con programas de ejercicio y salud a
la comunidad.
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